31/3/16

Masacre en la calle Sangre



El equipo de "Proyectos Estupendos", de la productora cinematográfica Cinexia Inc., llevaba tiempo buscando una buena historia de terror que llevar a las pantallas. Durante meses había descartado cientos de guiones que no hacían sino recurrir a los tópicos de siempre; Dráculas, Hombres Lobo e Inspectores de Hacienda. Hasta que aquel 9 de Enero el jefe de "Proyectos" le hizo llegar al director de la Compañía un guión original que había enviado a la Cinexia el escritor José Martínez en 1975 y que llevaba por título "La Señora Ramírez lava con Perlán". 

El impacto que causó la historia en Cinexia fue tan sonado que de inmediato enviaron a un negociador a ver a Martínez para comprarle los derechos. El hombre no sabía de qué le estaban hablando, porque contaba ya con 96 años, pero estampó veintisiete firmas en un contrato que no leyó, a cambio de un cheque por 30.000 €.

El presidente de Cinexia, Acisclo Recausárez Mantagal,  embriagado por la originalidad del proyecto,  decidió rodar él mismo la película.

Lo primero que Recausárez hizo fue cambiarle el título. La película se llamaría "Masacre en la calle Sangre". Una segunda lectura del guión le condujo a la supresión definitiva de varias escenas, como aquella en la que la Sra.Ramírez estaba tendiendo la ropa y llegaba por detrás Ramón "el del morcillón", con el arma desenvainada.

Después de numerosos cambios, de las 150 páginas sólo quedaron treinta incólumes, por lo que Recausárez se dedicó a escribir unas cuantas escenas más, a cual más sanguinolenta, a fin de completar el largometraje.

Hubo que ampliar el elenco de personajes. Recausárez se inventó un monstruo llamado Alfredo, con bigote y estrecho de hombros, cuya particularidad era morder la cabeza de todo aquel -señora o caballero- cuya indumentaria oliera a determinado suavizante. Los personajes de Alfredo y de Ramón "el del morcillón" podían considerarse los dos villanos de la historia.

Como Recausárez conocía muy bien a Amenábar, le llamó para pedirle opinión sobre qué actor daría la talla para el papel de Alfredo. Y como Amenábar conocía muy bien a Recausárez, se cuidó muy mucho de descolgar el teléfono -¡que gran invento el del identificador de llamada!-.

Recausárez ofreció el papel a un amigo suyo, bastante monstruoso -tenía cierta semejanza al actor Jesús Guzmán (el cartero de la antigua serie "Crónicas de un pueblo")-, que había actuado en teatro de aficionados. Éste tuvo que rechazar la oferta porque se había apuntado al Campeonato de Petanca del Clot, pero dijo: "Hombre, Acisclo, tratándose como se trata de un personaje que no dice una sola palabra y que es un monstruo que no para de morder, vamos, digo yo que podrías tener a bien ofrecer el papel a Mordedor, mi perro".  Acisclo Recausárez aceptó. Se llevó al perro con bozal y correa, y un saco de pienso para tres semanas.

Recausárez trató de contratar para los papeles secundarios a Robert Englund (que haría el papel del policía Manolín) y a Kathy Bates (para el papel de Sra.Ramírez), pero ambos dijeron se excusaron con que tenian otros compromisos. De modo que hubo que recurrir al veterano actor asturiano Roberto Engrudo y a la voluminosa actriz Catalina Bates. Ambos firmaron el contrato a cambio de comida caliente, postre y -en el caso de Catalina- un puro.

Para el papel protagonista, el de Ramón "el del morcillón", Recausárez se guardaba una sorpresa. Los colaboradores de Cinexia estaban intrigados. ¿Quién interpretaría el papel de Ramón "el del morcillón"? ¿Sería Harry Sonford? ¿Sería Jacknie Colsson? ¿Sería José Carabia? No. El papel, que no tardaría ni dos segundos en ser aceptado, fue ofrecido al famoso Juanito "El cafre". Delincuente célebre por los asesinatos del Paseo Curtidores, por la matanza del 5 de Junio y por la masacre del Hotel Napolitano. Libre por buen comportamiento. Juanito "El cafre",  más conocido como "el asesino de la Ribera de Curtidores", el de la matanza del 5 del Junio o el de la escabechina del Hotel Napolitano, obtenía así una oportunidad para su reinserción.

Como Juanito no daba la talla en las escenas no violentas, hubo que efectuar nuevos reajustes en el guión. Así pues la escena en la que Juanito pulsaba el timbre de la puerta de la Sra.Ramírez, se cambió por la de Juanito derribando la puerta con la ayuda de un contenedor de basuras. Y la escena en la que Juanito explicaba a Alfredo, el perro-monstruo, el plan para sembrar el terror en el inmueble de la calle Sangre, hubo que sustituirlo por una riña entre ambos personajes, en los que quien llevó la peor parte fue el perro porque Juanito aprovechó de que nadie le había quitado el bozal al can. Al término de la zalagarda, Recausárez manifestó entusiasmado: "¡Qué a nadie se le ocurra curar a esos dos... Seguid filmando... ¡Cuán terroríficos parecen ambos ahora!".

El rodaje de "Masacre en la calle Sangre" resultó más espantoso que el de "Cleopatra" para Leo Mankiewicz. El primer percance ocurrió cuando Recausárez le dijo a Juanito: "Ahora vas y la matas", señalando a una Sra.Ramírez bastante asustada. Y a Juanito, ebrio de violencia como estaba, le faltó tiempo para asestarle a la mujer setenta y dos puñaladas antes de que diecisiete miembros del equipo pudiesen reducir a "El cafre".

Todo el mundo agradeció al cielo que el arma empleada por Juanito contra la actriz Catalina Bates, fuese de goma. Claro que los moratones que cubrieron el cuerpo de la actriz impidieron que pudiese continuar el rodaje. 

El segundo incidente se produjo cuando el personaje del policía, interpretado magistralmente por Roberto Engrudo, se suponía que debía entrar en la guarida del asesino  para detenerlo. Tan pronto cruzó el umbral, Juanito le saltó a la cara y empezó a propinarle  puñetazos, exclamando "¡A quién vas a detener tú! ¿Eh? ¡A quién vas a detener!". Nuevamente los diecisiete miembros del equipo tuvieron que emplearse a fondo para desenganchar a Juanito del maltrecho cuerpo del actor aficionado.

El equipo de rodaje estaba un poco harto del protagonista, y se conoce que algún comentario tuvo que llegar a oídos de "El cafre" porque en cuanto encontró un poco de tiempo libre, ató de pies y manos a los cuatro ayudantes más críticos y los colgó de un pozo, amordazados y con un escupitajo en la cara. 

Recausárez y el resto del equipo dedicaron un día entero a buscarlos, sin éxito. Como se sabía de antemano que el guión original habría que completarlo con escenas improvisadas, los cámaras tenían carta blanca para filmar cualquier cosa que pudiese causar horror.  Benítez filmó una gárgola negra de amenazadora dentadura, Molinero captó una imagen en la que a un señor le brillaron los ojos y sonrió ante una foto de Franco, y Soriano filmó el cuaderno de notas de su hijo. Eso sí que daba pánico.  Ante el desbarajuste del rodaje, Recausárez animó a su equipo: "No os preocupéis, ya lo arreglaremos todo en Montaje".

Los cuatro ayudantes fueron encontrados, húmedos y en bastante mal estado, pero vivos. El perro fue devuelto al amigo de Recausárez y Juanito "El cafre" fue devuelto a la Prisión Modelo de Barcelona, no porque nadie osara denunciarlo por agresión, sino porque le fueron encontrados en su gabardina cinco kilos de heroína adulterada. Uno de los ayudantes de rodaje manifestaría "¿Que han encontrado un paquete de plástico a rayas grises y azules, con 5,31 Kg de heroina adulterada con sal común y ajo, en el bolsillo izquierdo de la gabardina ocre marca Garibaldi talla 52 de Juanito? Vaaaaaya, pues sí que me sabe mal... ".

Y de la sección de "Montaje" la película pasó a la de "Milagros". Se pegaron unas tomas aquí, otras tomas allá, se incluyeron unas imágenes en blanco y negro facilitadas por un videoaficionado que sólo filmaba arañas. Se dieron unos retoques con el ordenador, claro que, el retoque se limitó a unas letras en rojo que ponía "FIN", y que fue a lo más que fue capaz el único empleado del departamento informático; Demetrio Aceitúnez  (diploma de Lenguaje Basic en Academia Tony en 1984).

La película se estrenó y tuvo mucho éxito porque, pese a carecer del más mínimo argumento, las improvisadas y numerosas escenas filmadas por los cámaras con las zapatiestas de Juanito "El cafre" hicieron las delicias de los espectadores. A la salida del cine, un señor que llevaba un pin de Sylvester Stallone, manifestaba: "Do mejod que he vidto en adños". Su pésima pronunciación se debía a que, vergonzosamente,  se le caía la baba.



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